Al duro son del hierro tornaré melodía
para cantar tus ojos -- violetas luminosas --
la noche de tu negra cabellera y el día
de tu sonrisa pura, más que las puras rosas.
Tú vienes con el alba y con la primavera
espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.
La historia de mi alma es la de un peregrino
que extraviado una noche en un negro camino
pidió al cielo una luz... y apareció la luna;
Pues, estaba de un viaje dolor convaleciente
y llegaste lo mismo que una aurora naciente
en el momento amargo y en la hora oportuna.
Medardo Ángel Silva
guayaquileño
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