lunes, 2 de noviembre de 2009

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DESPUES
Se extinguirán mis años, ardiendo como cirios
a tus plantas; las rosas
de mis ensueños, mustias por los días,
regarán a tus pes sus difuntas corolas.
Y habrá un solo que ilumine
mi cuerpo -- ya sin alma -- , negra copa
vacía de una esencia de infinito... y el sueño
será definitivo...
Pero entonces, tú sola,
releyendo los versos en que me llamo tuyo,
mis besos, hechos llanto, sentirás en la boca
y escucharás, de súbito, reteniendo tus lágrimas,
una voz que te llama, despacito, en la sombra...
Medardo Ángel Silva
guayaquileño
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EL AMOR

Deja que venga solo, deja que venga piano,
alegre, doloroso, como quiera venir.
Que arome de silencios tu corazón cristalino
i pueble de luceros tu noche de zafir.
¡Pero nunca te empeñes en forzar el arcano!
Amor es un tesoro que se cae de la mano...
Es arpa de los cielos que la tendrás que oír.
Deja que venga solo... Que llegará en un día
de sorpresa inefable para tu corazón.
Cuando traigas del valle de tu melancolía
humedad en los ojos i en los labios canción...
¡Pero nunca te empeñes con inútil porfía!
Amor vendrá de suyo como un Ave María
a tu madrugadora campiña de ilusión.
José María Egas
mantense; 189?-1982


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AMADA


Al duro son del hierro tornaré melodía

para cantar tus ojos -- violetas luminosas --

la noche de tu negra cabellera y el día

de tu sonrisa pura, más que las puras rosas.


Tú vienes con el alba y con la primavera

espiritual, con toda la belleza que existe,

con el olor de lirio azul de la pradera

y con la alondra alegre y con la estrella triste.


La historia de mi alma es la de un peregrino

que extraviado una noche en un negro camino

pidió al cielo una luz... y apareció la luna;


Pues, estaba de un viaje dolor convaleciente

y llegaste lo mismo que una aurora naciente

en el momento amargo y en la hora oportuna.

Medardo Ángel Silva
guayaquileño